
El técnico italiano Ettore Messina y su equipo el CSKA Moscú, pasan, con razón, por ser lo mejor del continente, pero no están sólos, hay otros entrenadores con menos brillo, como Joan Plaza, y equipos, como el Real Madrid, capaces de darle una vuelta de tuerca a lo que todo el mundo da por hecho.El preparador madridista también maneja la pizarra y también dirige una excelente plantilla.
El Madrid no quería estar en plena forma desde el principio y, ahora, empieza a subir el ritmo para lanzarse a por todas en España y en Europa.Ganar en casa al CSKA Moscú, presente en la seis últimas fases finales de la Euroliga y campeón en funciones, está al alcance de muy pocos equipos. Incluso si los rusos sufren dos bajas tan sensibles como las del lituano Ramunas Siskauskas y el esloveno Matjas Smodis.Plaza hizo un plantamiento de libro. Sus hombres lo ejecutaron con una paciencia, una convicción y una ambición admirables.
No flaquearon cuando los rusos engancharon las típicas rachas de los conjuntos sobrados de talento individual. Tampoco miraron nunca al reloj. Sólo se preocuparon de si mismos y de llevar a cabo el plan trazado.Un cuatro de cinco en triples durante el primer cuarto (20-20) reforzó la convicción de los madrileños.
Nadie había sacado tajada del Universal Sports Hall desde el pasado 1 de abril, cuando el Olympiacos griego se anotó uno de los asaltos de las eliminatorias de cuartos de final.La seriedad, la variedad de recursos que la pizarra de Plaza desplegó sobre la cancha moscovita y el equilibrio colectivo dieron al Madrid un resultado que le saca lustre en esta Euroliga.
El CSKA, tan sobrado de calidad y peligros como siempre, consiguió diez puntos de ventaja en el segundo cuarto (35-25). El choque, en realidad, marcó la senda a seguir en ese instante.











